viernes, 31 de agosto de 2012

Kirchnerismo retardado


Por Juan Pablo Gavazza

Marín tiene razón: si los justicialistas pampeanos hubieran ido a las Olimpíadas de Londres se traían el Oro en garrocha. Así son de saltimbanquis y acomodaticios. Él lo sabe mejor que nadie: porque esos saltimbanquis estuvieron a su servicio. Y porque él mismo se ha dado a la práctica de la garrocha.

Marín tiene razón cuando habla de los nuevos K pampeanos: “esperemos que sea por convicción. Porque cuando es por convicción, hay que estar dispuestos a obtener los beneficios cuando las cosas van bien pero tiene mucho más valor cuando las cosas no van bien. Y algunos son aquellos que se acomodan de acuerdo a como alumbra el sol”.

jueves, 30 de agosto de 2012

Más que una mierda

Por Polilla Vallejos

"Soy la misma mierda que antes de entrar acá" "yo no compro el sistema" "Camilo, porque leyó unos libritos, se cree que es mejor" "compró el sistema". Palabras sanguíneas, desde la rabia más genuina, desde el asco de un chico de 17 años, institucionalizado, acá nomás, a unas cuadras.

¡Qué nos parió! ¡Cómo naturalizamos estas afirmaciones!.

lunes, 27 de agosto de 2012

Ejemplos de sensibilidad


Por Miguel Ángel Palazzani

El 31 de marzo del año 2004 y ante el Juez Federal Rodolfo Canicoba Corral, el teniente coronel retirado, y, sobre todo, genocida condenado, Néstor Omar Greppi declaró en uno de los momentos de sus indagatorias, que la dictadura en La Pampa se había comportado con... "SENSIBILIDAD".

Notable.

domingo, 26 de agosto de 2012

Llamado a la solidaridad

Queremos más voces y más miradas, así que andamos necesitando de aquellos que tengan ganas de decir algo. Los interesados en sumarse de algún modo, que también pueden ser la crítica y las sugerencias, pueden hacerse sentir en cadenakermes@gmail.com
Recibimos aportes para tratar de enriquecer este espacio, así que estamos abiertos a los que se les ocurra: textos, fotos, audios, videos, ilustraciones de todo tipo y factor.

jueves, 23 de agosto de 2012

Yo adoctrino, tú adoctrinas, ¿todos adoctrinamos?


Por El Hombre que Preguntaba

Che, ¿qué quiere decir exactamente “adoctrinar”? ¿Está mal “adoctrinar”, así, a secas? ¿O lo que está mal es adoctrinar en las escuelas? ¿o lo que está mal es que en las escuelas adoctrine La Cámpora? ¿o está mal cualquier tipo de adoctrinación peronista? ¿No había dicho Noam Chomsky que el adoctrinamiento, en general, era un asunto de la religión, las corporaciones, los grandes medios y el marketing? ¿678 o Lanata: cuál es más adoctrinante? ¿Y cuál más repugnante?

miércoles, 22 de agosto de 2012

Poesía para todos

(Editorial (latiroide') de la edición de agosto de "La Garganta Poderosa")

No rompe la cerradura, ni causa pavura. No patea la puerta, ni te despierta. No deja huellas marcadas, ni monta coartada. No porta armas, ni detona alarmas: el capitalismo no es tan pelotudo. Todos los días entra a tu casa, perverso y sigiloso, por los cables que te conectan al calabozo; esa televisión que escarba y escarba, con la pala de Durán Barba.

Ante tremendo hipnotismo, el síndrome de Estocolmo puede encontrarte votando al macrismo. Y entonces, ahora que todos los frentes populares votamos la ley de medios audiovisuales, debemos botar la ley de miedos estructurales, bombardear los tribunales con explosiones culturales.

Cada día, tempranito a la mañana, los grandes grupos económicos asaltan miles de casas en todos los barrios, envueltos en papeles de diarios. Calladitos, filtran su agenda, su sentido común, sus pronósticos y hasta algún sobrecito de shampoo, seduciendo a los jefes de hogar, para que los inviten a desayunar. Y ahí nomás, explayados en la doble central, los pasquines se vuelven la guardia imperial.

¿Cuántas veces entró un periódico a tu casa? ¿Y? ¿Pudiste ver lo que pasa? ¿No viste al distribuidor descargando el camión a pulmón? ¿No viste a los pasantes, viajando en colectivo, para cubrir algún partido? ¿No viste al director ofertando sus juicios de valor? ¿No viste al canillita, acomodando cada uno de esos pliegos? ¿Qué onda? ¿Nos dejaron ciegos? Dentro de un diario, del panorama que pinta, viene mucho más que papeles y tinta.

Desnaturalizando la empresa, la comunicación no nace en la tapa impresa, ni se muere en tu mesa: la imaginación, los redactores, la dirección, los impresores, la distribución, los vendedores, la información y los lectores, debieran articularse en un circuito democrático, para no volvernos rehenes de un silencio catedrático.

El periodismo de mercado, poco a poco, te va cagando la vida, meando la información y tirando para abajo la cadena de circulación. Voceros de los gobiernos o las multinacionales, grandes comunicadores se vuelven marionetas de los capitales que los tienen de las tetas, porque si no los inventaron, los solventaron desde la pauta oficial o la publicidad comercial. Y en esa dualidad, agoniza la industria editorial.

Distorsionando la libertad de prensa, van prensando sus gargantas con la libertad de empresa. Devenidos en marquesinas publicitarias, sus causas prioritarias no son tales: son deberes maritales, en la connivencia con las estructuras del poder, que no se conforman con tener y tener, cada día un poco más. Quieren callados a todos los demás.

Hoy, ni Clarín, ni La Nación, ni Página, ni El Gráfico, ni Gente, dependen de su transparencia para garantizar su subsistencia, pero esas estrategias comerciales se vuelven trampas mortales, para los vendedores, los distribuidores y los medios pobres que no pueden, o no quieren, negociar esa lógica paternalista, hipotecando su buena vista.

Legalmente, los medios alternativos están obligados a solventar una distribuidora, desde la primera hora. Y los canillitas sólo tienen permitido recibir publicaciones mediante distribuidores. Pero la ley está vieja y nadie se queja, porque resulta imposible el cumplimiento de ese proceso, cuando un medio alternativo no es más que eso. ¿Más claro? Las revistas culturales quieren florecer, los canillitas necesitan vender y las repartidoras saben que, denunciando ese vínculo directo, serían víctimas del efecto: cumpliendo los requisitos que imperan, mientras tantos desesperan, nadie, ni Doña Rosa, ni La Garganta Poderosa, podría desarrollar una fuerza emprendedora, capaz de pagar un día el servicio de una distribuidora.

Cada vendedor se adjudica el 33% del precio de tapa, que si está bajo, algo destapa: la guita de la pauta, del kiosco se escapa. Y otro 17%, les corresponde a los agentes de distribución, en los casos que la envergadura del medio y las bondades de la inflación habilitan una masiva repartición. Sumándole a eso, el costo del papel, la tinta y la imprenta, no hace falta un postgrado en Harvard para darse cuenta: es inviable el único canal legal, para regar y alumbrar una redacción popular. Pues de no ser por la solidaridad de los canillitas, los distribuidores y los buenos periodistas que se portan mal, no estarías leyendo este editorial.

No todo es televisión. Discretamente, los oligopolios de la comunicación van asfixiando poco a poco los emprendimientos gráficos que toman otra dirección. Por esa razón, como nunca, están en crisis la venta y la distribución, aplastadas por el mismo techo que acecha a la imaginación. ¿Qué motivará el surgimiento de nuevos canillitas, si sólo tienen productos para ofrecer, diseñados por empresas que no necesitan vender? 

¿Cómo darle para delante, mientras siga siendo ilegal que tengan un ayudante? ¿Por qué deben armar gratis los suplementos de las grandes publicaciones, si la guita de sus anuncios no va para donaciones? ¿Querrán empujarlos a vender chocolates o chucherías, ganando el 80% de las regalías? ¿Y qué cosa incentivará a los distribuidores, si los gigantes se comen la cadena de la comunicación, ampliando sus monopolios con propias empresas de distribución? ¿Cómo harán las nuevas iniciativas villeras, para gritar sin billeteras?

Desde las leyes, todavía parece prohibido que los medios alternativos se vuelvan masivos, pero la lucha de los que resisten expone utopías que existen: las revistas Mu, Barcelona, THC, Todo Piola o Sudestada, sirven de ejemplos e incentivos para comprender la importancia de los medios alternativos, en la ruptura de los paradigmas que dejó la dictadura, sosteniendo los estigmas. No se trata de mesías, sino valientes, para recargar las plumas vacías, o ausentes, en consonancia con la expropiación del monopolio de la opinión, en radio y televisión.

Revistas que vendían 300 mil ejemplares 30 años atrás, ahora venden 13 mil, o poco más. Pero aunque suene mal, han multiplicado su capital, por la “bondad” de la publicidad. Congelando el precio de tapa, congelan también al vendedor, aceitando un motor que no deja escuchar al lector. Así, el canillita resulta exhortado a exponer, en el lugar más copado de su puesto, la revista del menos honesto…

¿No sería justo que los ingresos por pauta, oficiales o comerciales, afectaran en algún punto las relaciones editoriales? ¿Sería incoherente que, desde el mismo Estado que redistribuimos la imagen y el sonido, repensemos el papel, de acuerdo al contenido? ¿No vale como inversión solventar entre todos esa distribución, al menos en las primeras instancias, para esos medios que no buscan sólo ganancias? ¿Por qué hay tantos que elogian el financiamiento genuino de la BBC, con la plata de sus televidentes, pero no quieren poner un mango para nuestros medios independientes?

Desde las villas, estamos gritando que el canillita no es promotora; ni la distribuidora, agroexportadora. Y que las revistas culturales no cobramos por turno, ni cobramos por hora. Porque si las trincheras callejeras de la comunicación se vuelven góndolas de consumo, ya nadie nos salvará del humo. Ni suplementos especiales de putas publicidades, ni compendios comerciales de disfraces fotográficos: ¡Estamos pidiendo una nueva Ley de Medios Gráficos!

Segundas partes nunca fueron... (escúchese antes de leer)


Por Hilario Lago’s

Segundas partes nunca fueron buenas, agoreran algunos. Se dicen muchas pavadas. Pero a veces tienen razón. Nomás ayer (es un decir) pudimos disfrutar esa perlita que es Susana Lago rumiando un tango que, decíamos, te abre un tajo en el pecho: Nada. En esa oportunidad nos maravillamos en la intimidad del exilio, en la frescura del momento, en fisgonear un momento notable.

Segundas partes, entonces.

Hay otro video de la Lago. Nostalgias. Otro tangazo del que no vamos a decir nada, ya es grandecito y puede defenderse solo…

Dicen que las comparaciones son odiosas. Se dicen muchas pavadas. Pero a veces…

No se puede, no se debe, en este caso, esquivarle el bulto. Porque, nobleza obliga, la imagen, el momento, se ubican en las antípodas. Lo primero, lo evidente, es que ha cambiado el escenario: ya no se trata de la intimidad del puñado de amigos que, acaso, no sospechen que están siendo filmados, robados al olvido. No. Todo lo contrario: una tratoría en París; esto es, el público, la exposición, la conciencia del espectáculo.

No sabemos, tal vez estamos siendo injustos, una vez más. Porque, bien mirado, esa tratoría puede ser pensada como una extensión del atelier donde cantaba Nada. Es una fonda pequeña, sin muchas pretensiones, un público de morochos, latinoamericanos, un poco como estar en casa (los presentadores rubios salen de escena rápidamente y ya nadie los recuerda).

Dicen que las comparaciones son odiosas.

Hay un problema con este video. La cámara, la filmación es invasiva, un abuso, un atropello a la razón. Cuánta diferencia con aquella imagen de Nada, donde la cámara no se notaba, en ningún momento uno tomaba conciencia de ese cuerpo extraño, de esa presencia. Uno, a qué negarlo, sentía que estaba ahí, que era parte, que era uno más del grupo.

Pero en Nostalgias la cámara es muy chambona, lo estropea todo. Los primeros planos desquiciados son un ultraje, una aberración. Como espectadores sentimos vértigo, tan ensimismados sobre la cantante; es inevitable, por reflejo, nos echamos para atrás, no queremos ser parte de ese atropello.

Segundas partes nunca fueron.

Hasta los primeros planos podrían ser pasados por alto. Sí, con un poco de esfuerzo. Pero hay algo imperdonable: no podemos perdonar lo que genera esa cámara: comparemos, simplemente, el rostro de la Lago en ambos videos. Lo que en Nada era frescura y verdad, en Nostalgia se trastoca en una triste mueca: ahí está, vean esa sonrisa forzada, vean cómo la cámara la obliga a realizar un acting que no le sienta, se le nota el esfuerzo, la mentira, la incomodidad…

Ahí, en ese detalle, están cifradas demasiadas cosas. En otra oportunidad, dijimos que la reunión en el atelier sintetiza un poco el exilio latinoamericano. Tal vez, entonces, el recital en la tratoría sea el reverso de aquella medalla: los mismos exiliados, anclados en Europa, haciendo lo que no quieren, no les sale eso de estar pendientes de la cámara, de los dos franchutes. No. Lo que vale está en otra parte, en cantar para los amigos, para ese público propio en la lejanía. Eso y no mucho más. Compárese, por ejemplo, la sonrisa de la Lago en ambas interpretaciones. Una es Tango. La otra, For Export.

A veces, segundas partes fueron… una sombra, una máscara, un eco, un fracaso.

martes, 21 de agosto de 2012

Los presos "deciden" morir


Por Polilla Vallejos

De 2010 a la fecha, 6 presos perdieron la vida de manera traumática en las distintas unidades regionales y comisarías de la provincia. Cinco de ellos se suicidaron y uno murió tras resultar víctima de un confuso incendio ocurrido en la celda de la comisaría donde lo alojaban.

Esos números no toman en cuenta lo ocurrido en las cárceles federales, como la Unidad 4, lo cual engrosaría la estadística. El último caso de alto impacto –pero no el único– fue el de Héctor Ortellado, condenado por el asesinato de Eduardo Miravalle: fue una “muerte súbita”.

En lo que hace a los detenidos en sedes provinciales, desde la institución policial encuentran respuesta a estas decisiones en la falta de contención familiar y el temor a las condenas en expectativa. Lo llamativo es que reconocen que los casos son detectables, pero que es cuestión de un minuto, un descuido, para que ocurra la fatalidad.

En un lapso menor a dos años, 5 presos “decidieron” quitarse la vida. En todos los casos se trató de jóvenes que no superaban los 35 años.

Un dato de relevancia y que no explica la causa de las muertes pero si la pérdida de oportunidad de prevenirlas, es que los lugares de detención dependientes de la provincia (que son todos de carácter preventivo) no tienen gabinete psicológico ni psiquiátrico.

Los detenidos, cuando tocan fondo, son atendidos en el hospital por los profesionales de turno, lo que implica la falta de seguimiento de cada caso particular y, por consiguiente, la falta de tratamiento.

Por su parte, el Poder Judicial, las más de las veces, saca las patas del plato y elige escudarse en que las condiciones de alojamiento son  potestad penitenciaria. Archívese.

Ahora el juez piquense Horacio Tolosa, a la puertas del retiro, “denuncia”  que la situación de los presos en las comisarías “es totalmente irregular” y  que "…no se tienen en cuenta la situación legal, ni el perfil psicológico a la hora de alojarlos. En habitaciones de cuatro por cuatro metros hay alojados diez presos. Salen peor de lo que ingresan. Y no hay más muertos porque Dios los bendice todos los días”.

Quién sabe qué moviliza al magistrado a reconocer una situación que, como célula del sistema penal pampeano por 25 años, le importa alguna responsabilidad. No obstante, lo trascendente es que puso en el tablero un tema que a la gente bien le repugna como le repugna la vida de cualquiera  que exceda su esfera de control.

La Pampa tiene que asumir que el sistema penitenciario es parte de su anatomía política y que los presos prefieren desaparecerse antes de que la indiferencia los desaparezca.

Las muertes: caso por caso

Darío Leopoldo Lobos Reyes (23) se suicidó el 25 de enero de 2010 en la Alcaidía URI. Días antes habría intentado quitarse la vida ingiriendo productos tóxicos. Se encontró el cuerpo colgando de una sábana por el cuello.

Sebastián Escudero, alias “El Chato Becerra” (22) murió el 20 de marzo de 2011 en la Alcaidía UR-1 de Santa Rosa, tras ahorcarse con una sábana en su celda.

Carlos Ramac (21) se ahorcó el 1 de abril de 2011 en un patio interno de la Alcaidía URI. El joven había intentado quitarse la vida unas horas antes y fue llevado al hospital Lucio Molas, donde lo atendió una psiquiatra. Sin embargo, los médicos le dieron el alta y unas horas después se ahorcó con una sábana. Cabe destacar que Ramac fue el último compañero de celda de “el chato Becerra”.

Luis Antonio Wilson (29) se ahorcó en su celda el 16 de abril de 2012 en la Alcaidía URII de General Pico. En varias cartas dirigidas a las autoridades judiciales había afirmado que se iba a quitar la vida. Lo llamativo es que el joven terminaba su condena el 23 de marzo de 2013..

Rubén Darío Hospital (34) se suicidó el 14 de mayo de 2012 en la Comisaría Segunda, de General Pico. Lo había anticipado en una audiencia en los tribunales piquenses. Se ahorcó con el lateral de una frazada, colgándose de la puerta de reja de una celda.

Oscar Fabián Berot (22) murió el 13 de junio de 2010 en un incendio ocurrido el 5 de junio de ese año,  en la comisaría de General Acha. En un primer momento el ministro Gobierno, César Rodriguez, señaló que el detenido se había dormido con un cigarrillo encendido, lo que habría provocado el incendio del colchón. Peritajes posteriores determinaron que esa posibilidad era improbable y que el fuego fue a causa de una fuente de calor directa. Por el hecho están imputados los tres policías que estaban a cargo de la comisaría esa noche.

Toda "seguridad" es política


Por Juan Pablo Gavazza

El ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad César “Gogo” Rodríguez, no tuvo mejor idea que responderle al diputado ultravernista Martín Borthiry: “politiza la seguridad”, dijo en supuesto tono acusatorio.

Parece mentira que a esta altura del debate público, en La Pampa tengamos que caer en discusiones que parecen de otra época: desde ya que Borthiry politiza la seguridad. Eso no es problema: la política no es mala palabra.

Borthiry politiza la seguridad cuando pide más policías, más mano dura; cuando cree en las versiones de la fuerza; cuando alude a los ladrones como los “chicos conocidos”. Borthiry tiene, en algún sentido, una mirada política de la seguridad que es cercana a las de Mauricio Macri, Daniel Scioli, o Juan Carlos Tierno, por citar algunos referentes.

Frente a ese planteo de la derecha, vernácula y nacional, el ministro Rodríguez llora porque le “politizan” el tema, cuando en realidad es exactamente lo que corresponde.

El asunto es que ni el ministro ni el gobierno de Oscar Mario Jorge tienen una política: no saben qué quieren, adónde apuntan, cómo lograrlo. Como les pasa en tantos otros temas, no están convencidos.

Y cuando los espacios quedan vacíos, alguien los ocupa. Si el gobernador y el ministro no deciden, no saben, no tienen ideas, es muy probable que en estos temas mande la propia Policía, directamente y sin necesidad de intermediarios.

Pero hay que politizar la seguridad. Es imposible no politizarla, en realidad, puesto que la sola definición de la palabra “seguridad” implica darle una orientación, un sentido y un significado, absolutamente político.

La politiza, por ejemplo, el diputado de La Cámpora Luciano Di Nápoli, cuando presenta un proyecto para que la Policía sea manejada por un civil y se impongan reglas que la democraticen y transparenten.

El ninguneo a ese proyecto por parte de los otros diputados y funcionarios del ejecutivo es también una politización de la seguridad.

El ministro político que paradójicamente se queja de la política repite como loro que buscan desalentar el uso de armas, pero armó una pomposa conferencia de prensa para defender al pistolero Jorge Matzkin. Eso también es politizar la seguridad.

Politizar la seguridad es definir quién manda y para qué lado vamos; si se usan palos para detener manifestantes; si es mejor prevenir que curar; si se busca terminar con la impunidad de los grandes narcos o se persigue a un pibe que fuma porro; si se capacita a los efectivos en Derechos Humanos o se apuesta a la vieja escuela del meta palo y a la bolsa; si después de las reverencias a los chorros de guante blanco, las comisarías están habilitadas para torturar a los ladrones de gallinas… Todo es política.

Incluso hacer de cuenta que no existe política es una politización de la seguridad.

"La comunidad es un taller que a veces no sabemos aprovechar"


Aldo Umazano no deja nunca de mover sus manos. Como si manejara una marioneta, gesticula a lo loco. Y se apasiona cuando habla de los títeres, del teatro y de “ese taller de la política que es la comunidad”.

A los 70 años, Umazano sigue escribiendo, moviéndose, soñando con títeres, transmitiendo ideas, comunicando de manera sanguínea, como le gusta decir. “Los títeres le gustan a los chicos y a la gente inteligente”, repite.

Así habló, largo, tendido y sereno, durante una entrevista en el programa “Salieris”, (FM Sonar 91.3, martes de 22 a 0 horas).

Titiritero de siempre, dramaturgo, actor, también fue concejal por 4 años. Dice que la política es una "tomografía computada del alma". Y advierte, además: “A veces no está el humor suficientemente presente en la gente, hay algo que se está perdiendo…”

–¿De dónde venís y adónde vas? –preguntan siempre en “Salieris” y Aldo Umanazo responde.
–Yo vengo de allá y voy para el otro lado. A veces no sé bien dónde voy, pero busco. Buscar en la niebla es como el nadador que pierde la costa y nada, y nada, hasta que llega a la costa. Yo todavía estoy luchando por llegar a la costa.

Nacido, criado, soñado

Nacido en Santa Rosa, Umazano se fue “cuando era muy jovencito, dejé el tercer año de la Escuela Industrial e hice teatro en Montevideo, por todo el país, estudié Teatro en Buenos Aires y fui atrevido en todo, no sólo hice teatro y lo estudié, sino que escribí, traté de aprender títeres, y todo aquello que hace que uno pueda tener una comunicación sanguínea con el espectador. Lo sigo haciendo y sigo escribiendo”.

Después de esa etapa, “volví, tenía un proyecto medio universal, irme a Europa, vine a estar unos días con mi familia y aparece la propuesta del director de Cultura de entonces para que me quede a hacer una asistencia de teatro… esa charla llegó a los oídos de mi mamá, me dijo que probara un tiempo, como toda madre no quería que me fuera… y bueno… tenía 20 años, fue un año antes del servicio militar”.

“En Europa –aclara– tenía comunicaciones de algunos amigos que estaban allá, pero era un poco tirarse a la pileta. En esa época era muy fuerte, nadie viajaba como la gente viaja hoy que se va a estudiar un tiempo y vuelve. Era muy difícil, de todas maneras la juventud, la inconsciencia de lo que me podía pasar, no la ponía adelante, no evaluaba, quería ir. Pero me quedé. Y después me casé, y pasé a ser el primer asistente técnico de teatro en la provincia”.
–¿Te arrepentís de no haber hecho esa experiencia en Europa?
–En algún momento, ustedes que saben por más que hagan humor a veces tratando de decir que ignoran cosas, yo cuando leía libros de escritores que escribían que París era una fiesta, te dan ganas de irte solo. En ese momento sí. Pero después todo pasa.

Docente de alma

–¿Te sentís mejor como actor, escritor, director o docente?
–Pienso que heredé de mi padre, que era un viejo socialista docente, un poco las ganas de enseñar permanentes. Pero no tiene que ver con una clase o algo así, sino que yo estoy charlando y de pronto me doy cuenta que trato de enseñar algo al más joven o con el que dialogo. Me gusta un poco la docencia, no tengo formación en las escuelas ni nada por el estilo, pero me siento muy bien cuando hago títeres, y más que nada marionetas; me sentía muy bien haciendo teatro como actor.
–¿Por qué dejaste de hacer actuación de teatro?
–A veces la vida te pone mojones que no son los querés. En algún momento tenía que subsistir con el teatro y me era imposible. Entonces me hice titiritero y solista. Y eso me permitió subsistir durante muchos años, en la época del proceso, haciendo títeres. Fui uno de los primeros animadores que iba con sus títeres a los cumpleaños a domicilio, en el 78 o 79.
­–¿Llegaste al títere por una necesidad económica básicamente?
-No, no. Pero tenía una formación que tenía que ver con las tablas, es lo que me había hecho subsistir inclusive, en los pueblos del Uruguay y recorriendo el país. Más que manejar un martillo, manejaba estas herramientas. Cuando el teatro, como expresión de grupo, se puso difícil porque no cerraban los costos, subsistía haciendo títeres como solista.
–¿Y de verdad te gusta tanto eso de andar recorriendo pueblos, o parece y no te gusta tanto?
–Vos podés hacer una cosa un momento, presionar tus ganas, pero cuando lo hacés toda la vida hay algo adentro que tiene que ver con las ganas. En el ’74 hice la primera asistencia técnica de teatro, que no se conocía como actividad, ir a un pueblo a transmitir algún tipo de conocimiento y en el cruce Trenel-Arata, prendí a las 3 de la mañana un fuego para esperar un colectivo. Solo con el fuego.
–Eso hace acordar a esa cosa de Darío Víttori y las recorridas por pueblos y provincias. Hoy eso se perdió, ¿verdad?
–Se perdió, es muy difícil, el espectáculo ya entra por otro lado, por la vista. Antes se hacía un radioteatro donde la gente construía en su casa con la imaginación y terminaba en la puesta de ese radioteatro. Era con una tecnología que necesitaba gritar para que se escuche y además el que escuchaba estaba a 30 metros, tirando la teta de la vaca. Por eso se hacía a los gritos.

Títeres, marionetas, objetos

–¿Preferís los títeres, las marionetas o qué?
–El arte en sí es el arte de los títeres. Y dentro de los títeres hay distintas formas de expresarse, como es una expresión netamente técnica: la marioneta tiene hilos, está la que se pone la mano adentro y es títere de guantes, después se mezclan con las varillitas y son mixtos… después está el títere bocón, con dedo gordo abajo y 4 dedos arriba. Lo que pasa es que se avanzó mucho en el teatro de objetos. El objeto es una cosa muerta si está quieta, adquiere vida cuando uno lo mueve. Y entonces el aprendizaje es cómo mover ese objeto para que tenga vida. Y además lo puedo construir a ese objeto, mirá qué hermoso. Le puedo dar la forma que yo quiero, y otros hacen el mismo tema con un muñeco totalmente distinto para decir lo mismo. Es un teatro que va avanzando y va a avanzar mucho, porque se puede hacer desde una pobreza grande, con una media grande y detrás de una ventana podés decir cosas importantes.
–¿Te gusta más una función de títeres en el Teatro Español, en una kermés o un salón de una escuela?
–Me da lo mismo. Disfruto cuando el entorno tiene que ver con la vida y no con el hecho artístico. Hice teatro en una caballeriza, títeres en una pileta vacía, en una cancha de tenis… En los barrios del sur recuerdo haber hecho una función, antes de la construcción, entre médanos. Es muy lindo trabajar con lo que te ofrece la naturaleza, el entorno tocado por la comunidad y la acción, ese taller que tienen los políticos y que a veces no sabemos aprovechar, que es la comunidad.
–¿El origen de los títeres es callejero?
–Sí, claro, se van deshojando cosas y te quedás con poco: gente, una plaza, un objeto y la palabra. No había televisión ni nada. El César les sacó la palabra, cuando los títeres hablaban de lo que pasaba en el palacio. Cuando se cortó la palabra, siguió la pantomima. Lo que tiene el títere es que puede hacer lo que no puede hacer el actor de teatro. Sacarse la cabeza y seguir hablando, pelearse con su cabeza…
–¿Hacés funciones en estos días?
–Sí. Hago marionetas, porque el títere de guante es un poco incómodo para uno, para los músculos de los hombros. Soy solista, se abarata el costo, tengo todo lo necesario para una función, desde el sonido hasta el hecho estético. Con el que quiera, hablo, sea el Estado, docentes, o quien sea.

Políticas culturales y teatro

–¿Tenés una visión de las políticas de Estado culturales en la provincia o en la ciudad?
–Lo que pasa es que uno quisiera un montón de cosas que parten de las ganas, que rebalsan, de que los hechos aparezcan y a veces no es posible tampoco. Se habla de la descentralización, que tiene un problema: antes, hay que compartir la responsabilidad. Y esto es lo mismo, porque sino empiezo a pedir cosas que no se pueden dar. Yo quisiera que se hicieran títeres todos los domingos, que los chicos una vez al mes en cada escuela tuviesen títeres… Un premio Nóbel lo dijo: “los títeres les gustan a los chicos y a la gente inteligente”. La recreación y el divertimento transforman después a ese niño en una persona buena.
–Y a partir de ese ejemplo, ¿es tan difícil que los chicos tengan títeres en la escuela, es una cuestión de plata, de voluntad, de coordinación?
–Son hechos que se deben construir con el tiempo. Si no hay tiempo, no hay construcción. Si no hay capacitación, no hay gente. Los títeres cumplirían funciones importantes. Producen encantamiento y es un estado ideal para iniciar el aprendizaje.
–¿Hay una idea de construcción en las políticas culturales, hay un camino marcado?
–Hay un intento, lo que pasa es que uno quisiera más. Las cosas se hacen bien o mal de acuerdo a las posibilidades. Muchas veces uno le pide al otro que haga lo que uno no es capaz de hacer. Yo en eso soy prudente. Los que tuvimos posibilidades de estar en los dos lados nos damos cuenta del aprendizaje maravilloso en ese taller que es la comunidad y que hay que afrontar a través de la política. Es continuidad, porfiar, porfiar, porfiar… Antes de jubilarme, estaba trabajando en el CREAR y un día plantee la posibilidad de hacer títeres en las escuelas. Y en vez de fichar, hacía funciones mañana y tarde. Tenía ganas y no sólo me ayudó a mí: la gente se prendió. La cosa pasa por transformar.
–¿Vas al teatro, sos crítico, sos habitué?
–No soy buen espectador de teatro. Me cuesta ir. La vida tiene etapas, ciclos que se cumplen, incluso culturales y técnicos. Yo pertenezco a la vieja escuela de Stanislavsky en que el teatro se analiza con el cuerpo y la palabra es totalmente importante. Para mí hacer teatro es exponer una idea, que tiene que estar clara y ser simple, apoyada por la técnica; si la técnica no lo hace, si el protagonismo es de las luces, hay algo que se cae. Si el espectáculo no es el comportamiento del actor en función de una idea que quiere decir el autor, algo no funciona. Tengo la obligación de proponer algo, para que lo escuche y lo vea el público, porque lo que hago ahí arriba se lo saco a ellos. Tengo que devolverlo. A medida que van pasando los años, cuando a uno le gusta lo que hace, aunque lo haga mal, se dedica a eso.

Juventud, divino tesoro

Después, Umazano habla de política, y en especial de “lo que sufrimos, lo que nos ha pasado, la desvalorización de la política que trajo problemas fundamentales. Había un objetivo de que los jóvenes no entraran en política, porque son la única herramienta a mano para tratar de arreglar este lío. Eso como consecuencia ha traído fraccionamientos, pero hay algo importante que está sucediendo: la gente joven”.
–Vos sos claramente peronista… ¿tenés una visión de estas experiencias inmediatas y cercanas? ¿Te parece que en La Pampa y en la ciudad se dan esas cosas, está estimulado?
–Sí, sí, sí… yo veo chicos nuevos. Tal vez no son niños, pero sí gente joven, de unos 30 o 40 años. Es tan complejo y hermoso lo de la política… cuando aprendés, te tenés que ir, dejar paso a alguien, y es así. Sos concejal 4 años y cuando te sentís realmente preparado para eso, ya te tenés que ir. La política es fácil destruirla y muy difícil construirla: necesitás reglas, normas, formaciones interiores del ser humano. No debe haber algo más fuerte para sacarle el interior al ser humano, para mí es una tomografía computada del alma, que la política. Está por arriba de todo.
–¿No te parece que vivimos en una ciudad y una provincia en la que los dirigentes se jactan del supuesto mérito que significa “no hacer política”, y se presentan como gerenciadores o administradores de una empresa?
–Hay un montón de cosas, es tan abarcativo… Me parece que hasta tiene que ver la densidad de población. Por ahí en Santa Rosa tenemos cosas pueblerinas, y no es una crítica, es la ciudad que uno quiere… Es todo muy complejo, y más ahora.
–¿Te arrepentís de haber sido concejal, o es más lo que rescatás?
–Rescato muchísimo. El eco no es así, a lo mejor… pero la gente me saluda, puedo pasear. Sigo con la actitud de llegar a la casa.
–¿Qué clase de políticos te cruzaste más: los marionetas, los bocones o los de guante?
–Los de hilo. Los hilos tienen la sensación de que se arrima más al concepto popular: “Fulano mueve los hilos”.
–¿Y a Aldo Umazano cuándo se le ven los hilos, cuándo se siente expuesto, en qué momento?
–Los hilos míos tal vez se vayan deteniendo de a poquito, es el ciclo de la vida. En el interior todavía bailan y cantan y están permanentemente alegres. Yo sigo escribiendo y a veces suele ser torturante, muy fuerte. Pero a esta altura he aprendido en qué momento cortar para dormir.

domingo, 19 de agosto de 2012

En boca cerrada...


Por Juan Pablo Gavazza

Dice Luis Larrañaga que no habla con el periodismo. Ponele que está bien, que ni tiene que dar explicaciones. Pero no sabe cerrar la boca: la abre hasta para no hablar. Y dice, entonces, que no quiere contacto con la prensa porque “después me critican porque hablo mucho”.

Nadie lo critica porque habla mucho, sino porque habla muchas boludeces. O porque cuando habla no dice nada. Ese es el asunto: Larrañaga no habla porque no sabe qué decir. Hasta que no sepa qué es, y a contramano de todo, para Larrañaga la mejor opinión es el silencio.

Ilustración: Sergio Ibaceta, sección "Entre Pocillos", de El Diario

Otra vez robando bebés y niños


Por Miguel Palazzani

Otra vez robando bebés y niños. Otra vez la Iglesia Católica. Se trata de la operación “Peter Pan”.

Generó el éxodo de más de 14.000 niños de Cuba y -según los especialistas- continuó vigente hasta el año 1981 y en total se calcula que afectó a más de 25.000 niños de una edad promedio de entre 5 y 16 años, incluyendo también a bebés.

Es parte del terrorismo que no se conoce tanto, implementado esta vez por los EEUU en complicidad con la Iglesia Católica. Sí, otra vez la “puta de Babilonia”. Otra vez colaborando en el robo de identidad.

Entre noviembre de 1960 y octubre de 1962, sacerdotes católicos de Cuba distribuyeron un documento apócrifo que generó un terror indescriptible: según los curitas, esos escritos eran una prueba irrefutable de lo que planeaba el nuevo gobierno revolucionario, ese “documento” supuestamente apuntaba a legalizar la intención del Estado Cubano de usurpar  la patria potestad de todos los niños.

Obviamente,  se amenazaba con penas terribles a los padres que se negaran. Prisión y muerte.

Todas mentiras que la Iglesia Católica y sus buenos curitas se encargaron de vender como verdad. Aunque no sólo los curas sino también las más altas jerarquías de la Iglesia Católica en Cuba se ocuparon de golpear cientos de puertas para diseminar la mentira terrorista.

Se trató de un vomitivo acto de terrorismo contra el gobierno revolucionario de Fidel que, como siempre, tuvo éxito en las clases medias asustadas y perjudicadas con la revolución.

“Madre cubana, escucha esto! La próxima ley del gobierno será quitarte a tus hijos desde los 5 y hasta los 18 años!” ; “Madre cubana, no te dejes quitar a tu hijo!”; “Madre cubana, ve a la Iglesia y sigue las orientaciones del Clero!”.

Como todavía no regía el bloqueo y la revolución principiaba, el gobierno cubano no detectó la maniobra que consistía en que se le otorgara -fácilmente- una visa de estudios. En Miami, el cerebro era Monseñor Bryan O. Walsh. Un hermoso ejemplo de católico.

Los padres los enviaban a Miami con esa visa, con la excusa de estudiar. El Departamento de Estado Norteamericano, giró millones de dólares al Colegio Católico de Monseñor Walsh para la “manutención” de los niños recibidos. En Cuba, el encargado de la operación era James Baker, director de la Ruston Academy. Walsh conseguía las visas, Baker los niños.

La operación “Peter Pan” estaba orientada a la burguesía, los que habían perdido con la Revolución, pero también las clases más bajas de La Habana fueron manipuladas con viles y perversas amenazas.

Padres miedosos que veían la encarnación del demonio en Fidel y añoraban a Batista.

“Todo fue una campaña de propaganda para perjudicar a Fidel”, confesaba años después un cómplice directo ante el “Miami Herald”. La idea era fomentar el pánico, con la esperanza de generar un clima destituyente contra el gobierno cubano.

Con sólo demostrar que los niños estaban inscriptos en un colegio terciario o universitario de EEUU, se concedía la visa. Las líneas aéreas Pan Am y KLM también colaboraron, modificando la lista de pasajeros para acelerar la salida de los niños.

La operación Peter Pan fue orientada a la destrucción de miles de familias. La Iglesia Católica terminó por usurpar las identidades y la patria potestad de miles de niños destruyendo la vida de esas familias con consecuencias que llegan al día de hoy.

El terrorismo puede adoptar muchas maneras: una bomba en un teatro, la explosión en una escuela, pero también puede ser psicológico. Este es uno de los casos más abyectos que se conocen.

En Cuba no hay nada más importante que la familia. Estas personas se llevaron los niños, despreocupándose por su futuro, mintiendo en todo, prometiendo que Fidel duraría poco tiempo y que pronto estarían todos juntos. La Iglesia, en la que tanto confiaban, les había mentido de la peor manera. En el peor lugar. Esos niños pagaron un costo muy alto: abusos, violencia, desarraigo, pérdida de su identidad.

El terrorismo más sofisticado y cruel: el psicológico.

Demasiados padres dejaron ir a sus hijos para no verlos nunca más.

Con el tiempo y el bloqueo, el destino mudó a España. Se estima en 1.000 niños el éxodo. Allí, tampoco los esperaba nadie.

En nuestro país, en la noche de la dictadura, la Iglesia Católica y sus jerarcas, colaboraron y justificaron el robo de bebés, todavía se los busca. El daño es de aquellos que no se pueden “decir”, donde el  lenguaje no alcanza para describir.

Otra vez, la Iglesia Católica. ¿Alguien escuchó que se hayan arrepentido en Cuba?; ¿alguien escuchó que se hayan arrepentido en Argentina?

sábado, 18 de agosto de 2012

Cuerpos que importan


Por Damián Repetto

Se cuenta que en 1916 Franz Kafka realizó una lectura pública en Berlín de su cuento En la colonia penitenciaria. Allí, muchos de los asistentes abandonaron la sala antes de que la lectura concluyera, horrorizados por la descripción de los suplicios y otros, incluso, llegaron a vomitar en la sala.

¿Qué narra ese cuento para despertar tal reacción? Es simple: en una isla anónima, un extranjero nombrado como el “explorador” es invitado por el nuevo comandante de la Colonia Penitenciaria del lugar para asistir a la última ejecución que será llevada adelante por un viejo oficial, pues las nuevas autoridades de la Colonia decretaron el fin de las penas capitales.

La pena se efectiviza por medio de una máquina cuya descripción no es del todo clara. Básicamente, se trata de un colchón al que, boca abajo, es atado el condenado; encima hay una placa llena de agujas que tatúan en el cuerpo la disposición legal quebrantada (en este caso, la leyenda “Honra a tus superiores” la recibirá un soldado que se durmió durante una guardia en la residencia de un superior). Durante las 12 horas que dura el suplicio, será alimentado con un potaje a base de arroz de fácil digestión para que no vomite ni se cague. Mientras tanto, unos dispositivos con trapos y algodones retiran la sangre de las heridas. Una vez terminado el suplicio, el cuerpo sin vida es arrojado a una tumba que, por lo general, el mismo sujeto cavó.

A partir de la inscripción en el cuerpo, el hombre confiesa su crimen y lo actualiza. No importa si lo cometió o no, pues la verdad no está en los acontecimientos sino en el poder de la institución que la proclama y en el cuerpo que la verifica. Entre paréntesis: no son escasas las noticias sobre personas que pasaron años encerrados, cuyas confesiones fueron arrancadas a fuerza de golpizas y picana limpia, submarinos secos y cualquier otra tecnología que las fuerzas represivas del Estado tengan a mano (el caso más reciente en Argentina es el salteño). Según Kafka, para la ley no importa la verdad, sino encontrar un culpable que satisfaga las ansias de la opinión pública.

Ahora bien, ¿qué implica específicamente el suplicio? Según explica Foucault, en su famosísimo Vigilar y castigar, es una producción diferenciada de sufrimientos, “un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga”. Así, el cuerpo expuesto, exhibido, es el soporte público del procedimiento: sobre el cuerpo marcado el acto de justicia debe ser legible por todos. La lentitud del castigo –recordemos: en el cuento dura 12 horas-, los gritos y sufrimientos desempeñan el papel de prueba definitiva. A través del suplicio y la representación del dolor, la ley se hace presente, visible, pública.

Pero la violencia no está sólo en la acción de la máquina sobre el cuerpo, sino también en el discurso: la precisión orgullosa con que el oficial describe los suplicios contrasta con el contenido sangriento. La aplicación de la pena llegó a una racionalidad total; la  mutilación del cuerpo y su maltrato pueden ser descriptos con la misma frialdad mecánica con que se explica el funcionamiento de la máquina. El sujeto, así, es despojado de toda humanidad: es cosificado, reducido a un mero cuerpo receptor de un castigo que no alcanza a comprender. El hombre es nada, un objeto apenas.

Pero hubo un cambio en el estatuto del dolor.

Hacia el siglo XVIII nace lo que Foucault llama disciplinas, fórmulas generales de dominación tendientes a la fabricación de cuerpos dóciles. Un cuerpo dócil es aquél que puede ser sometido, transformado y perfeccionado. Su acción no se limita a la institución penal, sino que es absorbida en todos los órdenes e instituciones de la vida social, en especial, escuelas, hospitales y fábricas.

Ahora, el sufrimiento físico no es ya un elemento constitutivo de la pena: no está centrada en el suplicio como técnica sino que su objeto es la pérdida de un bien o un derecho. Es decir: desaparece el cuerpo como blanco de la represión penal. O, para decirlo más correctamente, desaparece de la escena pública ya que los cuerpos de los condenados no han dejado nunca de ser blanco de golpes y maltratos por parte de las instituciones penales de todo el mundo.

Este cambio se verifica en el cuento: cuando el explorador se niega a defender el viejo sistema, el oficial, representante del antiguo régimen punitivo, libera al soldado y se ata a sí mismo en la máquina. El proceso se acelera, la máquina se destruye, decretando la muerte del hombre y el fin de una era.

No obstante, se impone preguntar si las torturas, maltratos, castigos corporales, apremios ilegales o cualquiera sea el eufemismo, con que quiera llamárseles, realmente desaparecieron de los sistemas penales que nos rigen. La respuesta, obvia, también se impone: no. O, más bien, antes, como hoy, más que lo establecido por la ley, lo que relativiza todo enunciado es la procedencia del sujeto. Un cuerpo pobre será pasible de recibir maltratos, seguro más sutiles y menos públicos que los narrados por Kafka, pero igualmente eficientes.

viernes, 17 de agosto de 2012

Todos por todo


Por Príamo Ropavejero

Se viene un segundo juicio por los hechos ocurridos en la Sub Zona 1.4 durante la dictadura. Estas líneas advierten sobre el criterio que no se siguió en el primero de esos juicios. Y deja en claro que todos los partícipes son responsables por todas las víctimas que fueron detenidas ilegalmente: es un error pretender “conectar” a cada víctima con su victimario.

Vamos a ver. La Argentina es el único -¿se entendió?... el único- entre los países que han padecido crímenes masivos cometidos desde el Estado, que juzga a sus autores con jueces naturales de la Constitución.

Esos genocidas no cometieron delitos comunes (prescriptibles) sino más graves

Hagamos aquí un primer recordatorio: en el conocido “Juicio a las Juntas” los jueces argentinos aplicaron normas de derecho común (Código Penal). A partir de las causas “Arancibia Clavel” (2004) y “Simón” (2005), la Corte Suprema resolvió aplicar para los hechos de homicidio, privaciones de libertad y tormentos una calificación de derecho internacional.

Cuando homicidios, tormentos y privaciones ilgítimas de la libertad se cometen en forma masiva y con el designio de destruir un grupo entero de la población se comete un ilícito diferente a los delitos de derecho interno. No se afectan bienes individuales sino a la sociedad en su conjunto, aunque para tal cosa se requiera la afectación individual de cada persona que integra el colectivo que se pretende eliminar.

Al momento de los hechos, tenían fuerza obligatoria para nuestro derecho interno las normas que definían los crímenes de lesa humanidad y el delito de genocidio. Las primeras, como normas imperativas consuetudinarias (costumbre internacional, obligatoria) y el segundo, como norma convencional internacional (Argentina aprobó la Convención para la sanción del delito de genocidio por decreto ley 6286 del 9 de abril de 1956).

Analicemos, hoy, la privación ilegítima de la libertad. Ésta, era el primer tramo de los hechos. Se detenía a los “blancos”, al “enemigo subversivo” según un trabajo de inteligencia previo y instructivos y normas, también previas, que indicaban de manera precisa el procedimiento.

Se trasladaba a las personas secuestradas en la vía pública o en sus domicilios, a los campos de concentración que estaban preparados para la tortura, para el sometimiento de las personas a condiciones inhumanas.

Este delito (privación ilegal de la libertad) es un delito permanente, y por ello, es indiferente para esta calificación legal la prueba directa de participación de los acusados en el secuestro de las víctimas si está demostrada, de alguna manera, la actuación del represor en el centro de detención durante el período de cautiverio de la víctima.

De esta manera, se explica, que el criterio de imputación  a cada uno de los acusados por este delito lo es en relación a todos (a todos) los prisioneros del centro clandestino mantenidos en cautiverio desde el primer día y hasta el último, según la prueba testimonial que se pueda colectar.

Se entiende de esta manera también porqué no es trascedente que cada imputado conozca la identidad de la víctima, sino que basta con que hayan sabido que estaban actuando en un campo de concentración y tortura. 

El acusado participa de esta manera del plan (coactuando con otros) y en su realización. Podemos utilizar aquí  la categoría del dolo eventual.

En otras palabras, los represores tienen el codominio en la perpetración del plan. Operan en grupo. Todos cumplen un rol en ese grupo y todos participan de manera colaborativa para mantener a la persona privada de libertad.

Se dividen las tareas. Un acusado puede conocer o no a la víctima, pero ello es importante desde el punto de vista imputativo sólo para satisfacer el aspecto subjetivo del delito con dolo directo o dolo eventual.

Era evidente que uno solo no podía llevar a cabo toda la tarea y, tal el caso en la Sub Zona 1.4, se dividían los roles y todos participaban con conocimiento pleno y voluntad de concreción de la permanencia de personas en cautiverio.

Es así, que TODOS son responsables de este delito, por TODAS las personas detenidas ilegalmente que hayan transitado por los centros de clandestinos de detención de La Pampa.

Es un error pretender “conectar” a cada víctima con su victimario a partir de la participación concreta en su secuestro y su cautiverio, porque esa prueba a veces se torna perversa. Alcanza para la imputación probar que los acusados actuaron de manera funcional conociendo y queriendo concretar el plan general, participando de alguna manera, en el momento de la detención o en el lugar donde el delito se siguió cometiendo (porque es permanente, mientras dure el cautiverio se sigue cometiendo día tras día).

No es el criterio que se siguió en el primer juicio oral realizado en La Pampa, y de esa manera, se generan situaciones de impunidad por la errónea forma de analizar esta categoría de delitos que son distintos, que se cometen desde el Estado delincuente, con todos sus estamentos cómplices y que, por lo ello, debe ser merecedor de una mirada diferente con la que analizamos delitos individuales comunes, cometidos fuera de un plan sistemático.

Fotohttp://represoreslapampa.blogspot.com.ar

La vieja receta


Por Juan Pablo Gavazza

Enojado porque le afanaron un maletín con $4.000, el diputado Martín Brothiry salió a denunciar, como si fuera una revelación, el “fracaso” de la “política de seguridad” en la provncia.

Lo hizo muy en el estilo que corresponde al sector político en el que se encuadra: la derecha vernácula de perfil gerenciador. Pidió -desde ya- más policías en las calles. Y dijo que en la Policía “a los chicos los conocen a todos, tienen el currículum de todos”, como lamentando que no se los pueda encerrar.

Si realmente el Estado tiene esos datos, lo que debería hacer es acudir en ayuda de los “chicos” –que son, realmente, los más inseguros de todos– más que salir a cazarlos.

Es una vieja historia del capitalismo y el neoliberalismo: Estado ausente para contener, educar e integrar, pero ultrapresente para castigar, penalizar y reprimir.

Y entonces la obsesión por hablar de la “inseguridad” alude, en estas bocas, casi exclusivamente a los delitos (en general, contra la propiedad), como si no hubiera inseguridades más importantes: la inseguridad de no tener salud, la inseguridad de no tener educación, la inseguridad de que te maten a palos los milicos, la inseguridad de no tener sueños ni futuro, la inseguridad de que se te vengan abajo los techos de las obras públicas mal hechas.

A Borthiry le faltó aclarar si la receta vernista para evitar el fracaso incluye poner el Ministerio del área, como ya hicieron, en manos del “exitoso” Juan Carlos Tierno.

Foto: diario El Diario

jueves, 16 de agosto de 2012

Un militante que se extraña


Néstor Grill nació en Jacinto Arauz el 8 de agosto del '53. La familia se mudó a Bahía Blanca. Fue secuestrado el 4 de noviembre del '76 en su domicilio, en presencia de su padre y hermano.

El grupo de tareas amenazó al padre diciéndole que no hiciera la denuncia, porque si lo hacía no volvería a verlo. Después la familia denunció el caso. Su hermano Norberto donó sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense, para ayudar a identificar sus restos.

Néstor tenía 23 años, participante de las tareas de Cáritas en Bahía y estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad Tecnológica Nacional. En estas líneas, lo recuerdan dos de sus compañeros: Guillermo Quartucci y Graciela Bertón.


A Néstor Grill, en un aniversario más de su cumpleaños

Por Guillermo Quartucci

La vida fue muy cruel con Néstor, quien nos dejó muy pronto, con destino incierto. Nacido en una población en la cual algunos acontecimientos infaustos habían marcado la historia de su breve existencia, a Néstor le tocó ser joven e idealista en el momento más duro de la barbarie genocida que provocó el mayor baño de sangre y dolor del siglo XX en Argentina. En realidad, ser joven es una cuestión biológica, pero ser idealista constituye una elección personal que en los momentos difíciles de la vida de una sociedad puede tornarse letal, como en efecto lo fue. Así y todo, Néstor eligió ser idealista: ante la falta de oportunidades en su lugar de origen, emigra hacia la cercana ciudad portuaria, donde, al tiempo que estudiaba, podría materializar sus sueños de contribuir a la construcción de una sociedad más justa y libre. Dejaba atrás un entorno provinciano mezquino y prejuicioso, sin saber el destino aun peor que le aguardaba en Huecuvu Mapu, esa Tierra del Diablo de la que, desde tiempos antiguos, la población originaria se mantenía prudentemente alejada.

Los estudios secundarios en el seminario La Asunción de Bahía Blanca canalizaron en Néstor sus inquietudes sociales, ya presentes desde la pubertad, según varios testimonios. Muy pronto comienza a militar en la Pequeña Obra, agrupación vinculada a la por entonces en boga Iglesia de los Pobres, en la que decenas de jóvenes como él cumplían desinteresadamente con el compromiso social adquirido. Ya adulto, se incorpora a Cáritas, organización humanitaria católica cuyo objetivo de combate a la pobreza, la exclusión, la intolerancia y la discriminación también estaban acordes con los ideales de Néstor. Irónicamente, el local de Cáritas se encontraba ubicado en la calle Rodríguez, a espaldas del muy influyente, conservador y poderoso monopolio mediático que, desde los inflamados editoriales de su diario, fogoneaba la represión, la tortura, la muerte y la desaparición de personas que, al igual que Néstor, luchaban por sus ideales.

En 1976, varios de los compañeros de militancia de Néstor en la Pequeña Obra cayeron víctimas del Estado cívico-militar terrorista; en ese año, el más cruento en lo que a represión se refiere, varios de los estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional, a la que Néstor había ingresado para cumplir con su sueño de ser ingeniero, también cayeron víctimas la barbarie que se enseñoreó de la “capital del sur argentino”. En Jacinto Aráuz, en julio de ese mismo año, se había producido un Operativo conjunto policiaco-militar de inusitadas proporciones que sometió al pueblo, por espacio de tres días, a la frenética caza de brujas propiciada por las fuerzas vivas locales encabezadas por el intendente de facto y uno de los más poderosos barones de la economía local, secundados por un grupo de notables.

A 130 kilómetros de distancia, a Néstor le llegaría su turno en noviembre, cuando es secuestrado frente a los familiares y llevado a un destino desconocido del que nunca regresaría. En el emblemático juicio oral a los uniformados responsables del genocidio en la jurisdicción del V Cuerpo de Ejército que está por concluir en Bahía Blanca, el nombre de Néstor fue mencionado en repetidas ocasiones por las víctimas y testigos vinculados al seminario La Asunción y a la Pequeña

Obra, quienes al prestar declaración testimonial destacaron las cualidades humanas y el compromiso social de Néstor.

Sin embargo, habrá que esperar al juicio oral por la Causa Armada, pronto a iniciarse, para desentrañar, hasta donde sea posible al cabo de 36 largos años de paciente espera, lo ocurrido con Néstor: ¿dónde se encuentra?; ¿quiénes son los autores materiales de lo que le haya ocurrido en las mazmorras de Baterías (Base Naval de Puerto Belgrano), adonde parece haber sido llevado junto con Cora Pioli, Gerardo Carcedo y tantos otros compañeros de infortunio?; y, por sobre todo, en caso de que su destino sea el que muchos tememos, ¿dónde se encuentran sus restos?

Como regalo de cumpleaños, aquí van para vos, Néstor, unos versos del gran príncipe-poeta Nezahualcóyotl, señor de Texcoco en el siglo XV, que se marchó de este mundo presintiendo quizás el arribo brutal de los genocidas españoles:

Yo pregunto Yo, Nezahualcóyotl, pregunto: ¿Acaso de veras echamos raíces? Nada es para siempre en la tierra: Sólo permanecemos un poco aquí. Lo que es de jade se quiebra,
Lo que es de oro se rompe, Lo que es de plumaje de quetzal se desgarra. Nada es para siempre en la tierra: ¡Sólo permanecemos un poco aquí!

Querido Néstor: un cumpleaños más sin vos

Por Graciela Bertón

Como Haensel y Gretel, tus compañeros y compañeras fueron dejando un rastro de miguitas en el camino de su calvario. Agudizando los sentidos disponibles al extremo, guardaron en la memoria, en los oídos, en todo el cuerpo cada bache de la ruta que transitaron cuando los trasladaban, la sirena de un tren, el sonido del mar, las vacas que mugían, los perros que ladraban, los olores que percibían y las voces de los verdugos.

Más de 30 años después de sucedidos los hechos, se dieron cita frente a un Tribunal para dar testimonio de su paso por los círculos dantescos de los sótanos del horror. Fue un desfile de historias vivientes que arrojaron luz sobre distintas maneras de proceder y organizarse de los esbirros de la muerte. Con la voz entrecortada por la emoción y el dolor contenidos durante tantísimos años, dieron cuenta de experiencias propias y ajenas, pedacitos de un rompecabezas enorme al que todavía le faltan muchísimas piezas, pero que de a poco se va completando.

Y son ellos y ellas quienes también están ayudando a reconstruir la senda que te tocó transitar a vos. Recabando y uniendo datos –un apellido susurrado, un detalle que se filtró debajo de la venda, un apretón de manos furtivo que le robaron al terror… todos y cada uno de los recuerdos es de vital importancia al momento de darle forma a algo que nos lleve a vos, que nos de una pauta, un atisbo del destino que te tocó vivir para, de esa manera, sacarte de este NO-SER/ NO-ESTAR que nos apabulla con su crueldad, que no nos deja retroceder pero tampoco avanzar, que no nos termina de cerrar jamás.

Mucho es el camino andado, impresionante es lo que se ha logrado. Conceptos como Genocidio, Plan sistemático de robo de bebés, Imprescriptibilidad de los Delitos de Lesa Humanidad y otros ya están firmemente anclados en la jurisprudencia de nuestro país. Y se expresan y esgrimen con fundamento y excelencia profesional hasta en la Oscura Bahía, aunque te parezca mentira. Muy a pesar de gran parte de la población y, por supuesto, muy a pesar del pasquín mayor, que hasta el día de hoy no deja de poner palos en la rueda si de hacer justicia por ustedes se trata. Porque a pesar de los logros, todavía hay mucho escepticismo, que duele. El “en algo raro habrá andado” se da cita hasta en los círculos familiares, lo que duele aún más.

Nos falta muchísimo todavía para llegar a saber todo lo que pasó y, por sobre todas las cosas, DONDE están todos y todas ustedes, los y las que nos siguen faltando y forman parte de ese limbo sin nombre, sin referencia concreta y sin espacio tangible que quienes llevaron adelante el plan macabro de la dictadura cívico-militar dieron en llamar “los desaparecidos”. Quienes concibieron ese plan y también quienes lo ejecutaron manchando sus manos de sangre inocente -según se está viendo- se van a llevar esa información a la tumba. El pacto de silencio que los une es monolítico.

Sin embargo, una y otra vez la verdad se abre camino a través de las sombras. Como el agua, que cuando empezó a correr nadie la puede detener, la verdad se hace presente aprovechando cada oportunidad que le dan de revelarse. Esa es nuestra esperanza y por eso no resignamos y seguimos reclamando por vos.

Mi mayor deseo en este día, el de tu cumpleaños, es que desde donde estés te manifiestes y nos des una pista para poder brindarte la paz que desde hace tanto tiempo estás esperando. Que así sea.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Pasó algo después de la muerte de Carla?


Por Polilla Vallejos

El 29 de enero de 2010 se publicó en el Boletin Oficial nº 2877, la Ley 2550 que prometía, al menos, intentar erradicar la violencia de género en todas sus formas, adhiriendo a la ley nacional nº 26485. De ese modo La Pampa cumplió con un paso fundamental, que fue el de asumir que el problema existía.

En el artículo 2º) la ley 2550 dice textualmente: “El Poder Ejecutivo, conforme a las facultades que le son propias, arbitrará las medidas necesarias para hacer operativa la misma en el ámbito de la provincia de La Pampa”.

La pregunta, entonces, es: ¿pasó algo antes de la muerte de Carla? Es cierto que articular una ley como la 24685 lleva mucho tiempo y presupuesto, pero, de veras, antes de Carla Figueroa no pasó nada. Nada que evitara su muerte.

No hubo presupuesto para la Oficina de Atención a la Víctima en el Poder Judicial, no hubo presupuesto para organizar una infraestructura de contención especializada, no hubo profesionales afectados a esa tarea y si los hubo no les dieron las herramientas para desarrollarlas.

Como perro que volteó la olla, el gobierno provincial miró para otro lado y, como de costumbre, le puso tres o cuatro guirnaldas a la cuestión, dos viejas con bonete y ¡chau pinela!: ¡En La Pampa se terminó la violencia!

Lo peor es que después del asesinato de Carla tampoco pasó nada, o pasó muy poco.

“Un plan estratégico para combatir la Trata de Personas y actos de violencia de género”, presentado por la vicegobernadora Norma Durango, con bombos, platillos, las mismas tres guirnaldas y la confesión en el mismo acto de que aún no había leído el documento.

Una campaña simpática que propone sacar tarjeta roja al maltratador pero que nada dice de expulsar de sus filas a los maltratadores funcionales al poder, y un Consejo Provincial de la Mujer que, hasta el momento, no demostró tener demasiado peso a la hora de las decisiones.

Una vez más, espejitos de colores para Carla.

martes, 14 de agosto de 2012

Mojón histórico

Por Juan Pablo Gavazza

Este miércoles es un día-mojón: por primera vez en la historia de la provincia, se ponen a concurso licencias de radios de FM, una de las consecuencias positivas de la Ley de Medios.

Las radios "legales"de la actualidad accedieron a sus frecuencias sin competir con nadie, por la vía de la adjudicación directa, bajo el imperio de la "ley" de radiodifusión de la dictadura, en general gracias a la aceitada práctica del lobby, muchas veces entre gallos y medianoche, sin explicaciones ante la opinión pública.

Se abre otra historia, otra lógica de las cosas: incluye el análisis de los proyectos comunicacionales como aspecto central y la posibilidad de que la ciudadanía conozca a quiénes y porqué se les otorgan medios de comunicación.

Sólo los chicos


Por Polilla Vallejos

“El interés superior del niño”, un cuento de hadas, un chiste o simplemente una fórmula que hace más bonitos los discursos.

Cualquiera de las opciones es aplicable al tratamiento que reciben los chicos pobres de La Pampa. Tanto  los que por “obligación” entran en conflicto con la “ley” como los que son absorbidos por la faz asistencial de la provincia.

Vale decir, que, en los dos casos hablamos de víctimas de un sistema perversoUn sistema que, al mejor estilo Santo Biasatti, dice “con los chicos NO”, pero que no es capaz, por ejemplo, de tomar una medida responsable como la de adherir a la ley nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes, sancionada en el año 2005.

La adhesión a esta ley importaría nada más que un primer paso, casi de fantasía, pero que ampliaría las posibilidades de abordar con criterios de especificidad la problemática juvenil.

Esta ley no hace más que traducir las garantías reconocidas a los menores de 18 años en los instrumentos internacionales firmados por la Argentina (CDN, reglas de Tokio, entre muchos). Aunque parece que cumplir con tratados internacionales, de raigambre constitucional y, por consiguiente, obligatorios, no se ha puesto de moda por estas tierras.

Queda claro que un “nuevo” paradigma que trate al niño como un sujeto de derechos y no como un simple objeto de tutela, que es como lo contempla la vigente ley provincial 1270, implica inversión, profesionalizar cargos, capacitar y, sobre todo, voluntad política (¡jelou!).

Lo que también queda claro es que a los “pibes” es mejor tenerlos de rehenes institucionalizados, acostumbrándolos a la vida “intramuros” –queda más lindo que decir que están presos– que garantizarles la convivencia en ambientes que propicien la superación de sus experiencias traumáticas y coadyuven a la construcción de una vida digna (otra fórmula bonita).

Por último, como se dijo, la sola adhesión a la ley de protección integral de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes no cambiaría ninguna realidad. Pero al menos tendríamos algo para empezar.