sábado, 9 de febrero de 2013

Los sábados, literatura


La honda - Ricardo Piglia

No me dejo engañar por los chicos. Sé que mienten, que siempre están poniendo cara de inocentes y por atrás se ríen de todo el mundo.
Ese día no imaginaron que mi patrón y yo habíamos decidido trabajar, a pesar del domingo.
Por eso cruzamos el camino de tierra hacia el depósito del fondo.
Me acuerdo que por la calle andaba un coche de propaganda con los altoparlantes en el techo; y que yo escuché la música hasta que doblamos y el paredón apagó el ruido, de golpe.
Entonces el viento nos arrimó las voces y las risas.
Cuando los descubrimos se acurrucaron, tratando de disimularse entre los fierros, pero ya era tarde.
Ninguno de los cuatro pasaba de los doce años.
Se metían a robar pedazos de plomo para tirarlos con la honda.
Dijeron que estaban allí porque Nacho les aseguró que era amigo del patrón y que el patrón le daba permiso para juntar el plomo entre los desechos.
Mi patrón les quitó las hondas que les colgaban del cuello y las tiró al foso de cemento en el que antes, cuando el taller estaba allí y no sobre la avenida, engrasaban los coches desde abajo.
Los pibes empezaron a barrer, como les ordenó el patrón en escarmiento.
Mientras barrían les preguntó si sabían leer. Los cuatro sabían y los cuatro habían leído el cartel:

sábado, 2 de febrero de 2013

Los sábados, literatura

Tres tristes tigres – Guillermo Cabrera Infante

 Los debutantes

Lo que no le dijimos nunca a nadie fue que nosotras también hacíamos cositas debajo del camión. Pero todo lo demás lo contamos y toda la gente del pueblo lo supo enseguida y venían a preguntarnos y todo. Mami estaba de lo más orgullosa y cada vez que llegaba alguien de visita a casa, lo mandaba pasar y hacía café y cuando el café estaba servido, la gente se lo tomaba de un viaje y luego dejaban, despacito, la taza, con mucho cuidado, como si fuera de cáscara de huevo, encima de la mesita y me miraban riéndose ya con los ojos, pero haciendo ver que no sabían nada, muy inocentes en la voz, haciendo la misma pregunta de siempre, «Muchachita, ven acá y dime, ¿qué cosa estaban haciendo ustedes debajo del camión?» Yo no decía nada y entonces Mami se paraba frente a mí y me levantaba la cabeza por la barbilla y decía, «Niña, di lo que viste. Cuéntalo todo tal como me lo contaste a mí, sin pena».

sábado, 26 de enero de 2013

Los sábados, literatura


LAS PRIMAS – Aurora Venturini

La infancia minusválida

Mi mamá era maestra de puntero, de guardapolvo blanco y muy severa pero enseñaba bien en una escuela suburbana donde concurrían chicos de clase media para abajo y no muy dotados. El mejor era Rubén Fiorlandi, hijo del almacenero. Mi mamá ejercitaba el puntero en la cabeza de aquellos que se hacían los graciosos y los mandaba al rincón con orejas de burro hechas de cartón colorado. Raramente un mal portado reincidía. Mi madre opinaba que la letra con sangre entra. En tercer grado la llamaban la señorita de tercero pero estaba casada con mi papá que la abandonó y nunca volvió a casa a cumplir obligaciones de pater familiae. Ella asumía tareas docentes turno mañana y regresaba a las dos de la tarde. La comida ya estaba hecha porque Rufina, la morochita que oficiaba de ama de casa muy consecuente, sabía cocinar. Yo estaba harta de puchero todos los días. En el fondo cacareaba un gallinero que nos daba de comer y en la quintita brotaban zapallos milagrosamente dorados soles desbarrancados y sumergidos desde alturas celestiales a la tierra, crecían junto a violetas y raquíticos rosales que nadie cuidaba, ellos insistían en poner la nota perfumada en aquel albañal desgraciado.

sábado, 19 de enero de 2013

Los sábados, literatura

Muerte de un hermano – Haroldo Conti

El viejo ni siquiera sintió el golpe. Solamente un blando adormecimiento que le subía desde los pies. Algunas voces crecieron hacia el medio de la calle y después recularon suave­mente.
El hombre se aproximó desde la niebla que lo rodeaba y se inclinó sobre él.
—Juan...
El hombre sonrió.
— ¡Juan!
— ¿Qué tal, hermano?
— ¿De dónde sales, Juan?
Le apuntó con un dedo sin dejar de sonreír.
— ¿No te dije que algún día iba a volver?
—Sí... eso dijiste... ¡claro que sí!
La niebla se agitó detrás de la figura. Varas de sombras avanzaban hacia él pero cuando trató de reconocerlas se com­primieron y juntaron en una franja circular.

martes, 15 de enero de 2013

Obscenidades


Por Juan Carlos Martínez

El deporte en general y el fútbol en particular se han convertido en herramientas comerciales y sus protagonistas en mercancías.
Nos espantamos cuando leemos que en tiempos no tan lejanos se vendían personas para que las familias más acomodadas las esclavizaran.
Muchos de los que sobrevivieron al genocidio de Roca fueron convertidos en esclavos.
El esclavo ya existía en la Edad Antigua.
En la interpretación marxista, el esclavo es una de las formas sociales antiguas de producción, uno de los recursos históricos de la explotación del hombre por el hombre.

domingo, 13 de enero de 2013

Con el corazón y con el bolsillo


En la edición argentina de Le Monde Diplomatique de enero de 2013, el politólogo José Natanson hace una descripción del momento que viven el país y el kirchnerismo. 

"Quizás los mejores momentos del kirchnerismo suceden cuando orienta su ímpetu renovador a un tema estructural que luego se convierte en el eje de una preocupación social, como los amantes sensibles que intuyen los apetitos de su pareja antes de que surjan, o que los fabrican", escribe Natanson como parte de su análisis.

Algunos de los párrafos de esa nota -que acá está completa- se trascriben a continuación:

sábado, 12 de enero de 2013

Los sábados, literatura


Las hamacas voladoras – Miguel Briante

Primer punto.

Movió la palanca y la gente empezó a girar. La cara de una chica. Un hombre gordo. Una vieja que con una mano se sujetaba el sombrero. Los demás, igual: aferrándose al borde de los asientos de madera. Los había mirado a todos, uno por uno, mientras le entregaban el boleto: alguno tenía una lapicera dorada, sobresaliente del bolsillito del saco, junto al pañuelo blanco; otro, una mancha en la camisa, junto a la corbata gastada; la vieja, una medalla con algún santo; acerca del gordo, no podía recordar si llevaba o no cadena; los ojos de la chica eran marrones y el pelo rubio, suelto. La primera vez que los miraba así.

domingo, 6 de enero de 2013

Los pobres y desocupados no son peligrosos


Un grupo de organizaciones sociales, movimientos políticos, agrupaciones y entidades civiles, con la adhesión de dirigentes y actores sociales repudiaron al jefe de la Unidad Regional II, Carlos Chico.
El jefe policial atacó a los referentes del Movimiento de Trabajadores Desocupados de General Pico, a quienes trató -entre otras cosas- de "cobardes y caraduras".
"Los pobres y desocupados no son peligrosos, están en peligro", asevera el documento que, a continuación, se publica completo.

sábado, 5 de enero de 2013

Los sábados, literatura

Cielo de claraboyas - Silvina Ocampo


La reja del ascensor tenía flores con cáliz dorado y follajes rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor.
Era la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en donde se veía vivir a través de los vidrios una familia de pies aureolados como santos. Leves sombras subían sobre el resto de los cuerpos dueños de aquellos pies, sombras achatadas como las manos vistas a través del agua de un baño. Había dos pies chiquitos, y tres pares de pies grandes, dos con tacos altos y finos de pasos cortos. Viajaban baúles con ruido de tormenta, pero la familia no viajaba nunca y seguía sentada en el mismo cuarto desnudo, desplegando diarios con músicas que brotaban incesantes de una pianola que se atrancaba siempre en la misma nota.

viernes, 4 de enero de 2013

De palabras y silencios


Por Juan Carlos Martínez

Cada vez que el apellido Matzkin aparece en los medios de comunicación, cualesquiera que sea el motivo, la memoria colectiva no puede menos que volver la vista atrás para reconstruir parte de la historia de quien fuera diputado nacional durante el menemismo y ex ministro del Interior del presidente interino Eduardo Duhalde.

La oportunidad la acaba de ofrecer David Matzkin, uno de sus hijos, al quejarse públicamente por las franquicias -a las que calificó de prácticas comerciales desleales- que se otorga a las cooperativas sobre las empresas privadas que explotan medios de comunicación audiovisuales, una actividad de la cual los Matzkin participan a través de sociedades propias o de terceros.